Las primeras representaciones de Jesús
que podemos encontrar en las catacumbas nos lo representan como un ciudadano
romano en cuanto a características del rostro e indumentaria.
Lo mismo sucede con esta otra
representación anterior al año 525 que se conserva en el Museo Vaticano,
en la que Jesús tiene el aspecto de un joven griego o romano:

La representación de Jesús con
el rostro y vestiduras de los ciudadanos romanos la podemos apreciar también
en determinados sarcófagos paleocristianos de comienzos del siglo IV. Por
ejemplo, en el sarcófago de Écija, en el que aparece Jesús representado como
el Buen Pastor:

Lo mismo sucede en el sarcófago
paleocristiano de Berja (Almería), del siglo IV:

El sarcófago de Berja

Detalle: Jesús en la resurrección
de Lázaro

Detalle: Jesús u el rico Zaqueo
Sorprendentemente, y a partir del
redescubrimiento del Mandylion, el rostro de Jesús utilizado en la
iconografía cristiana va a va a sufrir un cambio
radical.