La Sábana Santa, espejo del Evangelio

Posible itinerario

 de la Sábana Santa

 

 

    Los historiadores han podido reconstruir el itinerario recorrido por la Sábana desde Jerusalén hasta Turín.

    Fue el historiador británico Ian Wilson, alrededor de 1970, el que formuló con todo detalle su hipótesis de que la Sábana Santa de Turín se corresponde con el Mandylion de Edesa, y este es el dato clave que permite la reconstrucción del itinerario desde Jerusalén hasta Turín:

    El rastro de la Sábana Santa lo encontraríamos en Edesa. El rey Abgar V recibiría este lienzo a finales del siglo I o principios del siglo II. El dato de que el rey Algar recibió un retrato de Cristo "no hecho por mano humana" se conoce principalmente por dos fuentes muy tempranas: la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea y el evangelio apócrifo denominado Doctrina de Tadeo. El lienzo permaneció en un lugar desconocido de Edesa hasta su redescubrimiento en el año 525. Este año una enorme riada asoló a la ciudad y puso en descubrimiento un nicho en el que se encontró lo que se llamó el Mandylion (sudario en siríaco) o Tetradiplon (doblado cuatro veces). Por Eusebio (comienzos del siglo IV) y el relato de la peregrina Egregia (siglo IV) sabemos que era conocido en Edesa la historia del rey Abgar, pero que en esos siglos no podía verse el Mandylion. Que el Mandylion se redescubrió el año 525 es un dato históricamente indiscutido, sobre el que existen numerosas fuentes de la época. En Edesa el Mandylion se exponía de modo que sólo se podía ver el rostro de Jesús.

    La fama del Mandylion llegó a su cima el año 544. Los persas habían sitiado la ciudad de Edesa. Entonces los sitiados sacaron en procesión la imagen del Mandylion y lograron con los persas se retiraran. 

    El año 639 Edesa fue tomada por los árabes, pero éstos no impidieron que los cristianos de la ciudad pudieran continuar con su culto a la Mandylion.

    El Mandilyon permanece en Edesa hasta el año 944, cuando el emperador de Bizancio consigue comprarlo y llevárselo a Constantinopla. 

    De la llegada del Mandylion a Constantinopla existen numerosos testimonios escritos de la época. De entonces se conserva un manuscrito fechado el 945 y titulado Historia de la imagen de Edesa. Según el historiador Ian Wilson, los bizantinos, al examinar el relicario, se dieron cuenta de que se trataba del lienzo funerario a que se referían los evangelios. Así, y aunque en el relicario sólo podía verse el rostro de Jesús, varios textos de la época hacen referencia a algunos detalles que demuestran que en el lienzo podía verse el cuerpo entero. Así, en el sermón que pronunció en la catedral de Sofía el arcediano Gregorio el 16 de agosto de 944, al día siguiente de la solemne llegada de la reliquia, Gregorio afirma haber visto no sólo la sangre del rostro, sino también la sangre del costado de Jesús.

 

El manuscrito con la homilía del arcediano Gregorio del año 944

   

 En Constantinopla el Mandilyon permanece los siglos del X a XIII.  La Síndone habría sido robada de la capilla de los emperadores bizantinos durante el tremendo saqueo consumado durante la cuarta cruzada, en el año 1204.  Seguramente los templarios se lo llevarían a Francia, donde se redescubre en el año 1356. Desde entonces su rastro se sigue ya sin problema alguno hasta Turín.

El año 1203 la Sábana Santa permanecía todavía en Constantinopla. El caballero cruzado Robert de Clary, de visita en Constantinopla, afirmó luego que en la iglesia de Santa María de Blanquerna había visto "el sudario en el que fue envuelto nuestro Señor", a lo que añadía que "cada viernes se extendía para que todos pudieran ver la figura de nuestro Señor”.

  El año 1204 la Cuarta Cruzada toma Constantinopla. Muchos de los tesoros de la ciudad son saqueados. La Sabana Santa desaparece. Robert de Clary habla acerca del sudario que él vio: "Ni griego ni francés supo qué fue del sudario cuando se tomó la ciudad".

  La Sábana Santa reaparece en Francia a mediados del siglo XIV: hay testimonios históricos y de absoluta certeza que sitúan a la Sábana Santa en Lirey (Francia) a mediados del siglo XIV.

  Sobre el período oculto de la Sábana Santa entre su estancia en Constantinopla  y su reaparición en Francia, la historiadora italiana Barbara Frale ha dado a conocer determinados indicios que probarían que la Síndone habría estado ese tiempo en poder de los templarios. Según Frale, los templarios custodiaron durante un siglo la Sábana Santa para que ésta no cayera en manos de los cátaros.  En la documentación que esta investigadora ha hallado en el Vaticano figura una historia en la que se relata que en el año 1287 un joven de buena familia llamado Arnaut Sabbatier ingresó a la orden y tras su admisión fue llevado a un lugar privado del templo para que venerase la Sábana Santa besándole tres veces los pies. Durante estos años los templarios tenían que venerar la Sábana Santa en absoluto secreto, puesto que el Papa Inocencio III había sancionado con la excomunión a los autores de los saqueos llevados a cabo en Constantinopla el año 1204; del mismo modo, el Concilio Lateranense de 1215 también había sancionado con la excomunión a los traficantes de reliquias.  Según la investigadora Barbara Frale, los templarios habrían rescatado la Sábana Santa para evitar que ésta cayera en poder de los cátaros, que la habrían destruido, pues era incompatible son sus creencias. La herejía cátara sostenía que Cristo no tenía un cuerpo humano ni sangre. Al poseer la Sábana Santa, los templarios se garantizaban también que su propia orden no resultara contaminada de las ideas heréticas de los  los cátaros. Tener una reliquia con huellas de sangre, que se podía "ver, tocar y besar", era algo que no tenía precio en la lucha contra ese tipo de herejías.

 

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