Así, el crucificado se ve sometido a
una tortura en la que debe ir modificando sucesivamente su posición. Si se
deja caer se asfixia; para elevarse ha de apoyar todo su cuerpo sobre los
pies clavados, lo que supone un dolor insufrible.
Esa doble posición en la cruz, como
se puede ver en el dibujo, es la que explica que se formara el doble reguero
de sangre en la muñeca y en el brazo.
¡Qué sufrimiento el tormento de la
cruz! La situación de asfixia provoca un aumento del CO2 en la sangre y en
los músculos una acidosis láctica, produciéndose la aparición de fuertes
calambres musculares generalizados. Esta situación, aparte de producir
fuertes dolores, dificultaría la respiración en un círculo vicioso. Los
calambres musculares deben resultar impresionantes, además, por la
hiperextensión de los músculos en la suspensión y por la lesión de los
nervios en la zona de los clavos. El dolor sería de auténtico paroxismo
por los movimientos de los pies y las muñecas. Los movimientos de elevación
y descenso tenían que rozar la espalda flagelada, reabriendo las heridas y
provocando una hemorragia en esta zona. A lo que habría que añadir, como
“mal menor”, la enorme cantidad de moscas e insectos atraídos por las
heridas.
En todo caso, y como ya se ha
dicho, la teoría de la doble posición en la cruz ha sido puesta en
cuestión por el profesor de patología de la Universidad de Colombia
Frederick Zugibe. Para este especialista no era posible adoptar estas dos
posiciones en la cruz, y el doble reguero en los brazos tendría otra
explicación. Según Zugibe
la
explicación más lógica para la formación de los hilillos la sangre
sería que éstos se formaron después de que se quitaran los clavos de la
muñeca, al retirar el cuerpo de la cruz.
En cambio
recientemente el eminente cirujano Don José de Palacios Carvajal, en su
libro LA SÁBANA SANTA ESTUDIO DE UN CIRUJANO defiende con claridad la teoría
de la doble posición en la cruz. Según señala este renombrado doctor, el
Crucificado, para poder respirar y mantener su nivel de oxígeno en sangre,
tiene que pasar de la expiración a la inspiración mecánicamente 20 o 30
veces por minuto.